Soy visible, absolutamente
visible, naturalmente visible.
El primer lugar dónde me
visibilice fue en la cabeza de mi madre, aun cuando para mí no era un echo, ella
lo percibía como tal...
Ella naturalizó lo que no podia
ser de otra manera, se ocupó de comentar en la familia la “novedad”, de hacer
que todos y cada uno lo supiera de la misma manera en que contaba que mi
hermana estaba de novia, o que papá se iba de viaje, mamá construyo ladrillo a
ladrillo mi seguridad, y no sin miedos, no sin prejuicios, no sin
preguntarse dentro de su estructura católica si recibiría castigo, no sin
entender que el mundo me iba a atravesar, sino sostenida de un deseo, el
de que esa incomodidad se transforme en
felicidad.
Luego el mundo fue dominable,
hasta el/la más homofóbicx se rindió a la confianza con la que respondía a la
pregunta por el novio, esposo o amante, con una respuesta en femenino, sin
un solo dejó de culpa, incomodidad o prejuicio, sin quedarme en la palabra, ni en el gesto, sin notar siquiera que podía romper un esquema, neutralizando el momento.
Madre es la pimer mujer que se metió en mi cabeza, modifico estructuras y edifico mostruosas ideas de igualdad.