viernes, 5 de diciembre de 2014

De una "ELLA".


Nos conocimos como casi todo encuentro, más por causalidad, que por casualidad.

Ella tenía in Nick gracioso, no recuerdo si le hablé o me habló, pero conectamos, reímos enseguida, empezó una historia...

Ella tenía un Nick gracioso y todo lo que decía me hacía sonreír, estábamos en un espacio cibernético lleno de mujeres que buscan "algo", entonces nos fuimos y seguimos conociéndonos.

Teníamos una buena diferencia de edad, lo que nos llevó a escondernos en una falsa relación maternal, yo estaba en una sería y tortuosa relación, ella estaba sola, pero no era de las tortas que atraviesan relaciones, ella era graciosa, pero sería, sumamente sería.

Pasaron mil horas de charla, cruzamos fotos, y eso afianzo la idea de que íbamos a ser una especie de "amigas", yo era pendeja y bastante boluda, más boluda que pendeja y aunque me había conectado a un nivel sincero y sensato, no intuí que era amor y no del fraternal, era amor, del que quiere sexo.

Viajamos con mi tortuosa novia a la capital, la conocimos, me sentí rara, supongo que ella también, pero no dijimos nada, no cruzamos miradas cómplices, nada se salió de un común encuentro de amigas, mi tortuosa novia vigilaba sagazmente, era peligroso, imagino, haber intentado verificar qué había de cierto en que nos queríamos como amigas.

Pasó el viaje, pasaron los días y mil discusiones con mi chonga y tortuosa novia, recuerden que yo condimentaba la situación siendo muy pendeja, pero más boluda que pendeja, cuestión que tanto alboroto relacional nos llevó a una de las tantas rupturas.

Etapa de soltería, sola y doliente, porque aquella relación me desquiciaba, pero esa chonga y tortuosa novia había sido mi primer amor, un gran amor, con la pasión y el drama de los grandes amores.

Ella hizo su entrada nuevamente, con otra voz, distaba mil siglos de la maternal figura que mantenía forzosamente, quería conocerme, conocerme desnuda, con todo lo que eso significaba para mí, que seguía colgada a mi historia como se cuelgan los murciélagos a la rama que los sostiene en el sueño, atenta a cada vibración que me llegaba de mi chonga "ex"-novia, expectante a cada uno de sus movimientos, esperando volver.

Pero estaba Ella hablándome, deseando, queriendo, sintiendo y respondí, titubeante, porque nunca se olviden, que yo era tan, pero tan boluda que no sabía qué carajos quería.

Ella vino, nos abrazamos, me contuvo, sentí todas sus ganas. Nos internamos 1 día en un cuarto de hotel, no paso lo que esperábamos, o sí, pasó lo que yo generaba en aquel momento, confusión.

Recuerdo que ella tenía frenos, que no pudimos besarnos cómodamente, eso según recuerdo definió mi deseo, porque el sexo empieza con el beso y en el mejor de los casos, termina en el orgasmo.

Recuerdo que la miraba y me daba ternura, pena de que haya viajado tanto para una noche poco excitante en una seca habitación de hotel, con una confundida pendeja boluda.

Recuerdo que desayunamos y nos despedimos, ella hizo sus 16 horas de vuelta a la urbe y yo volví a mi vida, a mi tortuosa relación, casi de inmediato, y ella se fue pensando que algo había empezado, justo cuando yo definía que terminaba con la duda sobre nosotras.

A 8 años de habernos despedido, y de no saber de ella, la extraño, y concluyo que soy 8 años más boluda.





jueves, 4 de diciembre de 2014

Finititísima


Finita y ella gigante.

Angosta y pegadita de un lado, del otro, un pedazo de papel plegado…

Cuando me siento tan así me lastimo fácil, no auto flageló  he,  no, de que quise jugar, esas cosas que suelen ser divertidas cuando el cuerpo se dispone a disfrutar, pero no, me lastime, porque estoy así y así lo comunica mi cuerpo, dejándome ser, sentir(me) y convivir(me) frágil.

Me costó el mundo.

Me costó ser.

Me costó ser y estar en el mundo.

Me costó un dedo ser en el mundo que atraviesa mis dolencias con pelotas.

Ella gigante me levanta de a pedazos y me mima a la distancia.

 

Pernoctando la última noche con sueñitos de estar juntitas y enredadas mañana.